La vida es una frágil llama en su estructura humana, pero una hoguera eterna en su dimensión espiritual. Tus pensamientos te guían hacia tu espíritu, el corazón intimo de tu ser. Aquí el código de tu origen y tu identidad espiritual está guardado, de la misma forma en la cual las células de tu cuerpo preservan el código de ADN de tu identidad genética.  

Nuestra búsqueda  de un sentido de total satisfacción y significado nos mantiene buscando más allá de las gratificaciones temporales y sensuales. Si Dios existe y si Él es en verdad el arquitecto del universo, solo Él puede darle sentido a nuestra existencia y tener intimidad con Él debe ser el más grande regalo de la vida.

Imagina teniendo de invitado a comer a tu mesa frecuentemente a tú más admirado artista o personaje célebre, y que este invitado prefiriera pasar ese tiempo contigo que dando entrevistas, ¿no sería esto un regalo o un honor?

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