Las primeras personas vivieron en perfecta armonía con Dios. Hubo confianza mutua. Pero de repente, estas dos personas comenzaron a dudar de la integridad y las buenas intenciones de Dios. La idea de que tal vez Dios les ocultaba algo hermoso les hizo romper un acuerdo vital. Tomaron y comieron fruta del único árbol del que Dios les había prohibido comer. Debido a su desconfianza, ya no consideraban que su relación con Dios fuera lo más importante en sus vidas. Se volvieron egocéntricos.

Entonces, ¿qué salió mal?

Satanás mintió a Adán y Eva. Nuestros primeros padres creyeron al engañador, y dudaron de Dios, el dador de sus vidas. Escogiendo su propio camino, rechazaron los planes de Dios. ¿Cómo sucedió esto? Dios claramente les dijo qué frutas podían comer y qué frutas no podían comer, para que no perdieran sus vidas. Satanás los convenció de que nada malo sucedería. 

La mujer vio que el fruto del árbol era bueno para comer, y que tenía buen aspecto y era deseable para adquirir sabiduría, así que tomó de su fruto y comió. Luego le dio a su esposo, y también él comió. En ese momento se les abrieron los ojos, y tomaron conciencia de su desnudez. Por eso, para cubrirse entretejieron hojas de higuera ( La Biblia, Génesis 3: 6-7).

¡Satanás les prometió que después de comer la fruta serían como Dios!  A Adán y a Eva les pareció muy atractiva la invitación, así que comieron la fruta prohibida. 

Alguien dijo: ¡Cuando colocas el dedo en el fuego, te quemas! ¡ cuando se acaba el combustible del automóvil, ya no puedes ir más lejos! ...

Así que la acción de los primeros padres tuvo consecuencias trágicas para todo el mundo. No fue por el fruto en sí que la muerte vino al mundo, sino por la desobediencia a lo que Dios había determinado que era correcto para ellos. A partir de ese momento, comenzaron los problemas. Actualmente estamos viviendo en un mundo contaminado por el pecado.

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